Hoy ha fallecido una persona cercana a mi familia y me he acordado de este libro, que me encanta releer de vez en cuando. La verdad es que me ayudó muchísimo en ciertos momentos de mi vida.
"Cuando creemos y confiamos en que de alguna forma se puede seguir adelante, nuestras posibilidades de avanzar se multiplican.
Las personas podían decidir irse, no necesariamente morirse, simplemente no estar en mi vida. Las cosas podían cambiar y las situaciones podían volverse totalmente opuestas a como yo las había conocido. Y empecé a saber que debía aprender a prepararme para pasar por esas pérdidas.
Me guste o no, voy a ser abandonado por cada persona, por cada cosa, por cada situación, por cada etapa, por cada idea, tarde o temprano, pero inevitablemente.
La manera de no padecer "de más" no es no amar "de menos", sino aprender a no quedarse pegado a lo que no está, cuando el momento de la separación o de la pérdida nos toca. La manera es disfrutar de esto y hacer lo posible para que sea maravilloso, mientras dure. La manera es vivir comprometidamente cada momento de la propia vida.
Cuanto mayor sea el apego que siento a lo que estoy dejando atrás, mayor será el daño que se produzca a la hora de la separación, a la hora de la pérdida, a la hora de vivir el duelo.
Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida de lo que no está, valorar su importancia y traspasar el dolor y la frustración que comporta su ausencia.
Cuando las penas se comparten, su peso se divide. Cuando el alma te duele desde adentro no hay mejor estrategia que el llorar.
Y aquí termina el camino. ¿Por qué? Porque cuando yo me doy cuenta de que todo lo que esa persona me dio no se lo llevó con ella, cuando me doy cuenta de que puedo tener dentro de mí lo que esa persona dejo en mí, es una manera de tener a la persona conmigo.
Vivo mi relación con mis amigos con toda la intensidad. Y si un día mis amigos se van, seguramente voy a decirles "no quiero" y seguramente me van a decir "me voy a ir igual"... y yo voy a soltar.
Las mejores cosas que tenemos son la lucha, el deseo de seguir adelante, las ganas de vivir la vida que a pesar de enfrentarnos con dolores y temores, vale la pena ser vivida.
Poder expresar los sentimientos que produce una pérdida, ya sea la pena, la rabia o el miedo... nos ayuda a enfrentar el dolor para poder luego cicatrizar la herida del alma.
Si permanecemos "fuertes", sólo estamos tapando el dolor y esta represión no sólo impide el final del duelo, sino que conspira contra nuestro propio crecimiento, impide ser definitivamente adultos.
Quizás ahora te parezca imposible, pero con el tiempo, se supera incluso la muerte de la persona amada. Y llega el día en el que podés decir que la vida continúa y que te sentís feliz de estar vivo, sin necesidad de olvidar a quien ya no está"
sábado, 24 de octubre de 2009
"EL CAMINO DE LAS LÁGRIMAS" DE JORGE BUCAY (2001)
Publicado por Laura en 9:49 p. m.
Etiquetas: libros
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