viernes, 29 de enero de 2016

"LAS HERIDAS DEL VIENTO" DE JUAN CARLOS RUBIO (1999)


Siempre he odiado lo previsible... Por eso no me gusta la vida, sé cómo va a acabar.

Supongo que cuando uno llora demasiado en la vida, hay dos clubs a los que puedes terminar perteneciendo: el de los que lloran por todo y el de los que ya no lloran por nada.

Me gustan las personas inseguras, que cambian de opinión constantemente, que consiguen que cada minuto vivido modifique su punto de vista y sus principios. No hay nada más cercano a la muerte que las creencias sólidas e inalterables, sean del tipo que sean.

Siempre me ha sorprendido el interés de las personas por conocer a los demás en una faceta distinta a la que se nos presentan. Todos tenemos derecho a una buena ración de misterio.

¿Y si no hay final? La vida es una perfecta ensaimada mallorquina. Cométela, pero no pretendas comprenderla ni sacarla de su asombrosa circunferencia.

Qué parcial es nuestra visión de la realidad. Uno mira nostálgico cómo cae el sol sin percatarse de que en algún lugar del mundo ese mismo sol se levanta y otro imbécil lo admira embelesado. El mismo sol, pero distintos ojos.


Puedes engañar a la superficial vista, al selectivo oído, al malévolo tacto y cómo no, al variopinto gusto. Pero no puedes engañar al olfato. El olfato no admite dudas. Siempre se ha dicho, "tiene olfato para los negocios" o "esto no me huele nada bien" por no citarte el clásico "algo huele a podrido en Dinamarca"... Siempre el olfato como referente de verdad, de autenticidad, de instinto. Es el rey de los sentidos...
 
Nadie es como se le pinta. Por eso la pintura es un arte y las fotos del carné de identidad, no.

Una pareja son dos. Hay que informarse antes de emitir un veredicto. Y aún así, es mejor callar. Nadie sabe lo que ocurre entre dos seres que se aman. Nadie más que ellos. Y el propio amor.

En un féretro no se entierran los rencores o las dependencias. Siguen más allá, persiguiéndonos toda la vida. Los verdaderos fantasmas que nos acosan son nuestras preguntas sin responder, no las almas de los pobres muertos que, a fin de cuentas, ya no tienen nada que decir...

❥  El mundo es un teatro. Pero vacío. Nadie está dispuesto a ver el espectáculo completo. Lo más, un par de escenas. Y eso con suerte...

Siempre me ha gustado escuchar el sonido del viento, tan suave en su continuo y perseverante camino. El viento no hace daño, no te hiere, pensaba... Te balancea de un lado a otro, revuelve tu pelo, tu ropa, pero no tu corazón. Sin embargo, el viento no es solo ese viento que yo amaba, que me hacía sentir seguro. El viento también puede ser huracán que te destroce tu vida y tus sentimientos si no sabes alejarte a tiempo.

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