Llevaba varios años con este libro en mi estantería. Y no ha sido hasta que su adaptación cinematográfica se ha convertido en una de las favoritas para los Oscars de este año, cuando he tenido que leerlo a toda prisa antes de ver la película.
Nos encontramos ante una sobrecogedora historia que trata un tema muy duro: el cautiverio de una madre y su hijo durante siete años.
El argumento es original y desconcertante al estar narrado por un niño de cinco años, pero a mí en ocasiones ésto me resultaba algo cansino. Los capítulos son bastantes largos, lo que tampoco ayuda a que su lectura sea ágil.
La verdad es que me esperaba más al ser una novela tan aclamada por crítica y lectores. Ni me ha gustado ni me ha dejado de gustar. Pero estoy segura que no olvidaré esta historia de superación y del amor incondicional de una madre por su hijo, que me recordaba a la peli "La vida es bella".
Aquí van algunas de mis frases favoritas:
- No entiendo por qué el dolor significa que te curas.
- A veces estaría bien volver a hacerse pequeño y a veces grande, igual que Alicia.
- Las personas no siempre quieren estar con otra gente. Acaba siendo agotador.
- Hay gente encerrada contra su voluntad de mil maneras distintas.
-----------------------------------------
RESPECTO A LA PELÍCULA... El guión corre a cargo de la propia autora, la irlandesa Emma Donoghue, y eso siempre se nota y se agradece. La primera parte es prácticamente igual y brillante, gracias a las geniales interpretaciones de Brie Larson y el pequeño Jacob Tremblay.
Pero el problema es la segunda mitad: cuenta lo mismo y llega al mismo desenlace, pero lo hace de forma diferente a la novela. Y se nota que falta algo, por lo que no me ha convencido del todo.
"Hoy tengo cinco años. Anoche cuando me fui a dormir al Armario tenía cuatro, pero al despertarme en la Cama, aún oscuro, ya había cumplicdo cinco, abracadabra. Antes de eso tenía tres, luego dos, luego uno y luego cero.
-Y antes, ¿tuve años de menos?
-¿Mmm? -Mamá se despereza estirando todo el cuerpo.
-En el Cielo. Si tenía menos uno, menos dos, menos tres...
-No, los números no empezaron hasta que bajaste volando a toda pastilla.
-Y entré por la Claraboya. Estabas muy triste hasta que de repente aparecí en tu barriga.
-Tú lo has dicho -Mamá se incorpora y se asoma un poco de la Cama para encender la Lámpara, que lo baña todo de luz, zassssssss.
Cierro los ojos justo a tiempo, y luego abro uno sólo una rendija, y después los abro los dos.
-Lloré hasta que no me quedaron lágrimas -dice-. Pasaba el tiempo tumbada, contando los segundos.
-¿Cuántos segundos? -pregunto.
-Millones y millones.
-No, pero ¿cuántos exactamente?
-Perdí la cuenta -dice Mamá.
-Y entonces deseaste con todas tus fuerzas que te creciera un huevo, hasta que te pusiste gorda.
Sonríe.
-Sentía tus pataditas.
-¿Y a qué le daba patadas?
-Pues a mí, claro -esa parte siempre me da risa-. Desde dentro, pumba, pumba -Mamá se levanta la camiseta de dormir y hace saltar la tripa-. Pensé: «Jack está en camino». Y a primera hora de la mañana saliste y resbalaste hasta la alfombra, con los ojos abiertos como platos.
Miro la Alfombra, estirada en el Suelo con sus colores rojo, marrón y negro en zigzag. Hay una mancha que hice sin querer cuando nací.
-Cortaste el cordón y quedé libre -le digo a Mamá-. Entonces me convertí en un niño.
-Niño ya eras, en realidad -sale de la Cama y va hasta el Termostato, para caldear el aire.
No creo que viniera anoche después de las nueve. Cuando viene, el aire siempre se nota distinto. No pregunto, porque a Mamá no le gusta hablar de él"
0 comentarios:
Publicar un comentario