ESCRITO POR PAULA ARANDA. FUENTE: http://weloversize.com/queridodiario/te-quiero-pero-me-voy/
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Dicen, que cuando encuentras al amor de tu vida, lo sabes. Sólo necesitas verte reflejada en sus ojos para comprender la forma en la que cada decisión, cada error que cometiste en tu vida tuvo sentido si te llevó hacia él, hasta el preciso momento en el le viste sonreír y deseaste con todas tus ganas construirte un refugio en su sonrisa.
Y ya no hay dudas. Sólo certezas.
Sabes a ciencia cierta que podrías pasarte la vida viéndole dormir, estudiando la manera en la que sus ojos se abren cuando bromea, aprendiendo a deletrear todos tus rincones favoritos de su cuerpo y es que jamás te has sentido más feliz y a salvo que entre sus brazos.
Y tú, que te sientes más capaz que nunca de conquistar el mundo si estás a su lado, a ti quien el amor te ha vuelto loca y valiente, eres incapaz de imaginar un final diferente al esperado. No puedes entender como algo que te expande el corazón, que surge de lo más profundo de tu interior y te ilumina por dentro, pueda ir mal. Hasta que él te mira y entonces lo comprendes. No siente lo mismo.
Y entonces llegan los llantos, el vacío en el estómago, como si alguien se hubiera dedicado a arrancarle las alas a todas y cada una de las mariposas que tanto te gustaba coleccionar. Te sientes frágil, quebrada, rota.
Y eres consciente por primera vez de lo complejo de las relaciones, de lo difícil y especial que es que alguien te corresponda. ¿Por qué no valoramos lo casi milagroso que es que la persona a la que tú amas, te ame a ti también?
Y sabes que te mereces algo más. Alguien que esté completamente contigo, alguien que no esté sólo de vacaciones en tu vida. Te mereces ser feliz, pero que triste es serlo sin él.
Porque no es justo que tú te entregues al cien por cien, que sepas sin dudar un instante que lo darías todo por él y sin embargo sólo obtengas respuestas vacías a cambio. Y te sientes más insegura que nunca, porque el miedo a perderlo te paraliza por dentro, sabes que no está bien y que no quieres sentirte así, pero aún así, no estás preparada para dejarlo ir.
Y por más que te esfuerces, nunca parece suficiente. Piensas, ingenua de ti, que llegará el día en el que él te corresponda, que sólo necesita un poco más de tiempo. Pero en el fondo sabes que no es así, que sólo te estás engañando a ti misma, posponiendo lo inevitable. Que esto no es una peli de amor en el que el chico se da cuenta que está enamorado de la chica y corre a buscarla mientras nieva sobre Nueva York y le dice los mil y un motivos por los que no puede vivir sin ella.
Él no vendrá a buscarte, porque ya cree tenerte. Y lo único que recibirás son excusas vagas. Verdades a medias. Y sabes que el amor no debería ser así.
Puede que duela, que sientas que se te licuan todos los huesos de tu cuerpo, pero te aseguro que a la larga duelen más sus “no sé si te quiero”, su falta de compromiso, de implicación emocional.
Así que vete, porque te mereces que te quiera sin dudas, sin excusas, sin arrepentimientos. Que te haga sentir en casa cada vez vuestra piel se busque. Que te cambie las ilusiones por realidades, que te apoye y te cuide, que sea tu compañero de viaje, que respete que eres libre y decida volar contigo, porque piense que no hay nada más bonito que disfrutar juntos de las vistas.
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