Tenía muchas ganas de leerlo desde que salió publicado. Y ha sido mucho mejor de lo que esperaba. Me he enterado de cosas que desconocía y me he reído con lo que me he sentido identificada debido a mis viajes a EEUU jejej.
Además de presentar a algunos de los habitantes de Rhinebeck (un pueblo situado a 100 millas de Manhattan, en el estado de Nueva York), Guillermo Fesser (de Gomaespuma) habla del "american way of life", algo que va mucho más allá de la ciudad de NY: costumbres, tradiciones, un poco de historia, el sistema de calefacción (!!), sus aventuras pescando en Alaska...
"Al final de sus días, James Lewis Smithson, que jamás cruzó el Atlántico ni tuvo relación con el universo que se abría al oeste del viejo continente, dejó escrito en el testamento que su patrimonio había de abandonar el Reino Unido y ponerse a disposición del Congreso de EEUU. El documento explicaba que, para disponer del dinero, sus señorías deberían de respetar escrupulosamente la voluntad del donante y destinar hasta el último céntimo recibido a la creación de un organismo que sirviese para incrementar y difundir el saber entre los hombres. Los diputados de la casa de representantes aceptaron y, en la actualidad, el Instituto Smithsonian de la ciudad de Washington es el complejo museístico más grande del mundo; cuenta con un total de 19 museos y 9 centros de investigación y maneja un presupuesto anual cercano a los 700 millones de dólares"
"Los altos mandos militares y los héroes van directamente al Cementerio Nacional de Arlington, en el estado de Virginia, donde recibió sepultura el presidente Kennedy después de un funeral que siguió al pie de la letra el de su antecesor en el cargo, Abraham Lincoln. La llama de propano que mana de una sencilla piedra circular en la ladera de Arlington, frente a una panorámica insuperable de la ciudad de Washington, recibe al año 4 millones de visitantes"
"En América al pan se le da salida básicamente en 2 momentos del día: durante el desayuno con mantequilla y mermelada, o a la hora del almuerzo en plan bocadillo. En esta segunda modalidad, las proporciones áureas son inversas a las nuestras, es decir, que suele haber más embutido que tapa. En las charcuterías cortan finito el salchichón o la mortadela pero, como luego te colocan 6 pisos de lonchas, el efecto es el mismo que si estuvieses masticando una rodaja del grosor de un dedo. Súmale a esto que al personal le encanta añadir una hojita de lechuga, una raja de tomate, mostaza, mayonesa y condimentos varios y, al final, a la mitad de arriba y a la de abajo del bocadillo las separa una inmensidad de 5 centímetros"
"Quiero una hamburguesa. Eso es todo. Pero resulta imposible pedirla de un modo sencillo, por favor, quiero una hamburguesa, sin que la camarera te someta a un examen oral tipo MIR, en el que te bombardea con un chorro de cuestiones con respuesta multiopcionales que tienes que ir solventando a tiempo real. Si te retrasas se impacienta la camarera. Si dudas se inquietan el resto de comensales.
Lo suelto: Quiero una hamburguesa. Muy bien, ¿y cómo la quieres? Rare, medium, done or well done? Te lo dije. Yo sé que la quiero poco hecha, pero tampoco ensangrentada como las perlas de Alaska y Dinarama. Le digo: Medium, pero un poco rare. O sea... Medium-rare? Correcto. Primera prueba superada. Espérate que no ha empezado lo bueno. El pan. White, rye, whole wheat or French bread? Blanco, de centeno, de trigo o francés. De trigo, por decir algo. In a roll or in a bun? Por favor... Pido el bun que es el bollito de hamburguesa de toda la vida. Estupendo, ¿algún ingrediente extra? ¿Queso, cebolla, lechuga, tomate, pepinillo? Cebolla, lechuga y tomate, gracias. La hamburguesa viene con un plato de patatas a elegir. Vale. Ya, pero ¿las quiere al alioli o fritas? Fritas. ¿Ensalada? Sí, un plato de ensalada. ¿De pasta o de hortalizas? Dios, verde; una ensaladita verde. ¿Con qué tipo de aliño? ¿Italiana, vinagreta, salsa rosa, estilo mil islas o salsa ranchera? Ah... Aceite de oliva y vinagre de Módena, la italiana. Gracias. De nada"
"En el transcurso de una cacería en Misisipí, el vigésimo sexto presidente estadounidense (Theodore Roosevelt) se negó a dispararle a un oso indefenso, al que habían amarrado previamente a un árbol para facilitarle el tiro, por considerarlo propio de una conducta indecorosa. El indulto se convirtió en una viñeta del Washington Post en la que el mamífero aparecía dibujado como un alegre cachorro. Mientras la anécdota circulaba de boca a boca, un tendero de Brooklyn reprodujo el osezno en felpa y lo colocó a la venta en su escaparate con un cartel que decía: "El osito de Teddy". Cuatro años más tarde, en 1906, no había una sola mujer o un niño que no acudiese a todas sus citas con un Teddy bear del brazo"
"La ciudad está plagada de numerosos escapes de vapor que fascinan a los turistas, siempre dispuestos a hacerse una foto junta a esa peculiar seña de identidad de la Gran Manzana"
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