"Diario de un zombi" está ambientado en una Barcelona postapocalíptica y nos presenta a un zombi con alma humana que se convertirá en el "héroe" de esta historia.
Esta atípica novela me recordó en parte a mi odiada "R y Julie" de Isaac Marion (adaptada al cine como "Memorias de un zombie adolescente"). Pero se nota mucho que aquélla estaba destinada a un público juvenil y ésta al adulto, lo que es un punto a favor.
Me ha gustado el estilo narrativo de este joven autor catalán, aunque es verdad que tanta descripción me cansaba; al igual que la falta de acción. Pero ha conseguido que me ría y me emocione, y eso es ya todo un logro.
"Permitid que me presente. Me llamo Erico Lombardo y soy de Verona, una bonita ciudad a la sombra de Venecia donde nos gusta alardear de que nuestros spaghetti a la napolitana son los mejores de todo el nordeste de Italia y, por ende, los segundos mejores del mundo. Es una suerte que Nápoles, su lugar de origen, esté al otro lado de «la bota».
En fin, basta de trivialidades; no es mi intención sacar a relucir mi orgullo italiano, y, por muy tercos que os pusierais, jamás os revelaría nuestra receta secreta. Permaneced atentos, porque lo que hoy voy a contaros es algo mucho más interesante para vuestras mentes y enriquecedor para vuestras almas: ni más ni menos que la trayectoria de mi variada, vertiginosa y, a menudo, poco gratificante vida.
Tranquilos, no empezaré desde el principio. Soy consciente de que esperáis oír algo consistente, no soporífero. Por eso me centraré principalmente en este último año, tomando como punto de referencia mi llegada a Barcelona; y os garantizo que vais a estar encantados de escucharme. Pero antes, una pequeña introducción.
Tengo 23 años. Y en cuanto a mis aficiones, os diré que me apasiona la lectura, viajar por el mundo en busca de aventuras y el deporte; el atletismo, básicamente. Así pues, no os podéis imaginar la agilidad que he desarrollado durante todo este tiempo. Y es que, cuando se trata de correr, por poner un ejemplo, no tengo rival. Realmente me enorgullezco de ello, y en general me ha facilitado bastante las cosas.
A pesar de ser un muchacho más bien alegre, siempre me ha gustado cierto grado de soledad... Bueno, no siempre; digamos que desde que todo cambió, mis valores también lo hicieron. Últimamente, esa soledad me afecta de una forma distinta; empiezo a tener pensamientos que se repiten más de lo deseado, como ¿qué está bien? o ¿qué está mal? Atisbos de razonamiento ilógico que no tendrían que estar ahí. Yo cumplo un papel en el nuevo ecosistema y no debería ser éste, por Dios que no debería. Y hablando de Dios: si pudiera, le preguntaría por qué he de ser yo, de entre mis numerosos homólogos, el diferente. Aunque, si lo pienso bien... ¿qué más dará Dios? Probablemente él ya hizo sus maletas hace mucho tiempo para largarse a algún lugar más soleado, lejos de este mundo de locos. Así que, insisto, ¿qué narices importará Dios?
Algunos diríais que mucho, otros diríais que nada. Pues yo os digo que, a lo largo de esta especie de fábula que haré esfuerzos por relatar, comprenderéis que no todo es blanco o negro: también existen los molestos grises.
Por cierto —y antes de que se me olvide—, soy un zombi.
¡Tachán! ¿Sorprendidos? Parece increíble, ¿eh?
Más me lo pareció a mí cuando los no muertos acabaron por conquistarlo todo: mi casa, mis amigos, mi familia, mi patria, mi ciudad, Barcelona, el país entero... Todo el jodido mundo se ha ido al garete por culpa de «la plaga andante»; así nos llaman. Apuesto a que le puso este nombre algún friki amante de las películas de terror de serie B. No obstante, eso ya no importa. La cuestión es que, hoy por hoy, hay más cadáveres andando por las grises y funestas calles de los que se hallan reposando en todos los cementerios de este macabro y devastado planeta"
En fin, basta de trivialidades; no es mi intención sacar a relucir mi orgullo italiano, y, por muy tercos que os pusierais, jamás os revelaría nuestra receta secreta. Permaneced atentos, porque lo que hoy voy a contaros es algo mucho más interesante para vuestras mentes y enriquecedor para vuestras almas: ni más ni menos que la trayectoria de mi variada, vertiginosa y, a menudo, poco gratificante vida.
Tranquilos, no empezaré desde el principio. Soy consciente de que esperáis oír algo consistente, no soporífero. Por eso me centraré principalmente en este último año, tomando como punto de referencia mi llegada a Barcelona; y os garantizo que vais a estar encantados de escucharme. Pero antes, una pequeña introducción.
Tengo 23 años. Y en cuanto a mis aficiones, os diré que me apasiona la lectura, viajar por el mundo en busca de aventuras y el deporte; el atletismo, básicamente. Así pues, no os podéis imaginar la agilidad que he desarrollado durante todo este tiempo. Y es que, cuando se trata de correr, por poner un ejemplo, no tengo rival. Realmente me enorgullezco de ello, y en general me ha facilitado bastante las cosas.
A pesar de ser un muchacho más bien alegre, siempre me ha gustado cierto grado de soledad... Bueno, no siempre; digamos que desde que todo cambió, mis valores también lo hicieron. Últimamente, esa soledad me afecta de una forma distinta; empiezo a tener pensamientos que se repiten más de lo deseado, como ¿qué está bien? o ¿qué está mal? Atisbos de razonamiento ilógico que no tendrían que estar ahí. Yo cumplo un papel en el nuevo ecosistema y no debería ser éste, por Dios que no debería. Y hablando de Dios: si pudiera, le preguntaría por qué he de ser yo, de entre mis numerosos homólogos, el diferente. Aunque, si lo pienso bien... ¿qué más dará Dios? Probablemente él ya hizo sus maletas hace mucho tiempo para largarse a algún lugar más soleado, lejos de este mundo de locos. Así que, insisto, ¿qué narices importará Dios?
Algunos diríais que mucho, otros diríais que nada. Pues yo os digo que, a lo largo de esta especie de fábula que haré esfuerzos por relatar, comprenderéis que no todo es blanco o negro: también existen los molestos grises.
Por cierto —y antes de que se me olvide—, soy un zombi.
¡Tachán! ¿Sorprendidos? Parece increíble, ¿eh?
Más me lo pareció a mí cuando los no muertos acabaron por conquistarlo todo: mi casa, mis amigos, mi familia, mi patria, mi ciudad, Barcelona, el país entero... Todo el jodido mundo se ha ido al garete por culpa de «la plaga andante»; así nos llaman. Apuesto a que le puso este nombre algún friki amante de las películas de terror de serie B. No obstante, eso ya no importa. La cuestión es que, hoy por hoy, hay más cadáveres andando por las grises y funestas calles de los que se hallan reposando en todos los cementerios de este macabro y devastado planeta"
0 comentarios:
Publicar un comentario